Conociendo el Castillo de Chancay.

Un hermoso recorrido a través del Castillo de Chancay, donde podrán conocer sus interiores y apreciar las interesantes artesanías que presentan allí. Este video podrá culturizarnos un poco más de este lugar turístico.

 

Por: Diana Corcuera Rodriguez

Edición: Diana Corcuera Rodriguez

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Mirador de Chancay.

Por: Diana Corcuera Rodriguez

Edición: Diana Corcuera Rodriguez

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Maria Paz o la Irrigación del Diablo [Leyenda]

Retes, fue lugar de aquella leyenda que aún esta viva en aquel cerro  misterioso, que desaparece hombres y mujeres.

Hace años las haciendas en Huaral eran el auge del pueblo y Don Mariano era dueño de la ex Hacienda Retes, rico hacendado que con gran esfuerzo tenía una de las grandes haciendas en Huaral.

Solo tuvo una hija, con la mujer que amaba tanto y tras sus largos años falleció dejando de propietaria a su única hija, Maria Paz.

Cuando murió su padre, María Paz tenía 25 años, pero sabía el manejo de la hacienda porque siempre se encontraba alerta lo que hacia su padre, luego de meses de la muerte del progenitor, el agua empezó a escasear en aquella zona y la producción de la hacienda empezó a desaparecer.

Los peones de la hacienda cada día iban con una noticia desagradable a la habitación principal.

Una noche tras pensarlo mucho, llamó a la mamocha de la hacienda, diciéndole que llame al brujo vecino de su hacienda, asustada la mamocha llamó aquel brujo tan conocido, erguido pero con rostro desfigurado, entro a la habitación y Maria Paz mandó a todos a dormir, pero la mamocha se quedó a mirar y escuchar por una pequeña rendija de la ventana. Más pudo su espanto cuando al terminar la conversación entendió que la llamada del brujo no era nada buena y solo era un arregló para que el mismísimo diablo entrará en conversación con la muchacha.

La mamocha asustada corrió donde el peón, trayéndole de las mechas, cuando llegaron a la rendija, ya no era el brujo sino un cuernudo hombre con un largo abrigo donde se notaba sus patas de pollo y una cola larga como la serpiente, con una voz roncosa pero muy fuerte lograron escuchar el acuerdo que Maria Paz hizo con el diablo.

«Ya que necesitas de agua para florecer esta hacienda, y tu padre esta tan muerto, yo no te defraudaré pero tu alma mia será si accedes a mi gran ayuda»

Maria Paz aceptó y daría su alma a cambio de hacer de nuevo una gran hacienda con gran producción; el acuerdo que le dijo el diablo fue que sus humildes servidores construirían un regadío desde el cerro más cercano llevando agua fresca y abundante, solo para las tierras de su hacienda, acordaron verse y pactar el trato a la madrugada siguiente y aquel hombre desapareció como si se tratara de aire.

La mamocha asustada, entro a la habitación diciendo: «ama mia, ¿qué ha hecho?», Maria Paz en su desesperación lloró ante la mamocha sin saber el error que había cometido, pero la mamocha le dijo que no se preocupara que todos iban a ayudarla para que no pierda su alma, y así fue.

Al día siguiente al atardecer aparecieron pequeños hombres con largas colas y grandes orejas en las tierras con grandes herramientas, eran especies de picos pero que hundían en lo más profundo de la tierra, los trabajadores asustados fueron con la ama, y ella les dijo que no teman que todo iba a estar bien.

A las 5 am apareció el diablo en el cuarto de Maria Paz para cobrar su arreglo, grande fue su sorpresa cuando ella dispuesta a terminar el pacto, se escuchó el cantar de un gallo, la imagen del diablo espantado maldiciendo a Maria Paz quedando la imagen del diablo en aquel cerro cercano a la hacienda.

Desde esa época nadie pasa por aquellas tierras cercanas a aquel cerro que tiene la figura del rostro de un hombre cuernudo con la boca abierta, aún se ve como si en el cerro le hubieran tallado aquel rostro y dicen que en noches muy oscuras se escucha la maldición que aquel hombre con patas de pollo le dijo a Maria Paz.

» Nunca nadie se olvidará de este día, tu alma y de tus descendientes mías serán«

Por: Oriana Bancayán Zeballos

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El Callejón de las Animas [Leyenda]

Cuentan los que vivían cerca a la Plaza de Armas, que hace muchos años en la parte posterior de la iglesia matriz existía un cementerio, el cual estaba cercado porque el cura quería evitar los entierros clandestinos.

Tras la construcción quedó un largo pero angosto callejón, donde vivían humildes familias en casas pequeñas, aquí vivía una vieja, mezcla de bruja y arpía o simplemente chismosa, que le gustaba saber y alardear la

vida de otras personas.

Una de muchas noches, mientras miraba desde su ventana, escuchó a lo lejos cánticos religiosos, se dio cuenta que se acercaba una procesión, creyendo que era otra de muchas procesiones comunes, se arrodillo y en voz muy baja empezó a rezar mientras trataba de recordar de que celebración se trataba.

Mientras sentía que se acercaba la procesión, se le acercó un acompañante, entregándole una vela le dijo con una voz casi salida de ultratumba: «Mañana a esta misma hora me la entregarás«.

Recibió la vela y la puso en uno de sus baúles, pero mientras la procesión seguía su ruta se sorprendió que aquella fecha no había ninguna celebración, en esos mínimos segundos de dudas escuchó unos pequeños golpes dentro del baúl, asustada lo abrió y grande fue la sorpresa que la vela ya no era aquella vela, sino un hueso humano.

Muy alborotada salió en busca del cura de la iglesia, se arrodilló ante él y le suplicó confesión inmediata; confesando todo daño causado por sus chismes y habladurías en el pueblo, terminando con lo que ocurrió en la procesión.

El padre muy molesto le dio un sermón pero acudió a su ayuda para salvar su alma del pecado. La mujer siguió al pie de la letra las indicaciones del padre para salvarse.

Llegó la hora del encuentro, temblorosa de miedo y pavor, espero que llegara la procesión a la puerta de su casa, tocaron la puerta, abrió y era el acompañante: «Hermanita, entrégame la velita que te deje anoche«.

La vieja llevaba en brazos un bebé, a quien pellizco con muchas fuerzas, el pequeño lloró con tanta desesperación que aquel acompañante con la misma voz tenebrosa y salida de ultratumba le dijo:

«Te has salvado por esta pequeña criatura»

Se apagaron todos las velas, la procesión se esfumó como salida de la tierra, y el acompañante lentamente desapareció mientras la vela se disolvía.

La vieja más muerta que viva, lentamente se arrastró de rodillas y toda la noche suplicó al redentor su perdón.

Desde aquella noche nunca más la vieja dijo chisme ni habladuría alguna, y empezó a profesar su santa vida.

La noticia corrió por todo el pueblo al cual aquella calle la bautizaron como «Callejón de las Animas», que actualmente tiene la misma forma como fue hace varios años y aquella casa donde vivía aquella vieja, simplemente es una casa sucia y deshabitada;  aún dicen y se a visto que en las noches de luna llena, se prenden velas en la casa y se distingue la sombra de la vieja arrodillada escuchándose  su voz rezando.

Por: Oriana Bancayán Zeballos.

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Buque chileno hundido en mares peruanos.

Reportera: Diana Corcuera Rodriguez

Edición: Diana Corcuera Rodriguez

Música: Tributo a mi Perú.

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Hacienda Huando [Fotos]

por: Katherine Mercado Seguil
La hacienda Huando fue de propiedad de la familia Graña Elizalde, quienes plantaron dentro de las 1.450 hectáreas la variedad de naranja washington navel, que no tenia pepa; sin embargo, la procedencia de su producción hizo que la población peruana olvidara su nombre formal para bautizarla como naranja Huando.
entrada a la Hacienda Huandocapitlla de la hacienda huandohacienda huandointeriores Hacienda retes

Hacienda Huando, un álbum en Flickr.

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Hacienda Caqui

Fue una hacienda muy importante se encuentra ubicada en el margen izquierdo del río Chancay, en la actual provincia de Huaral (departamento de Lima).

En el siglo XVIII  Caqui se dedicada a producir caña de azúcar y diversidad de otros cultivos con los que se alimentaba a los esclavos, mano de obra principal de la hacienda. Luego de la expulsión de los jesuitas del Perú, la hacienda pasó a manos de la Corona, que la administró por algunos años hasta que finalmente la vendió a un particular. Durante el siglo XIX la hacienda pasó por varias manos, entre ellas las de Pedro Castro Saldívar, quien construyó una casa hacienda que hasta hoy existe en Huaral. Esta poseía, además de la casa principal, viviendas para los empleados, oficinas, almacenes, rancherías y servicios para los peones o trabajadores y corrales para los animales. Se desconoce por qué, en 1871, vendió la hacienda a Jerónimo Sánchez, vecino del pueblo de Aucallama, cuyos descendientes, sus siete hijos, la trabajaron hasta 1897. Al parecer, para entonces, la hacienda empezó a producir algodón, “el oro blanco” de la época.

Actualmente la hacienda se encuentra descuidada.

                                                                                          Por: Graciela Changana Otoya

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¿Qué tan seguro es Huaral?

Por: Diana Corcuera Rodriguez

Edición: Diana Corcuera Rodriguez

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Festival de la Mandarina.

 

Por: Diana Corcuera Rodriguez

Edición: Diana Corcuera Rodriguez

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Casa Hacienda Huando.

Por: Diana Corcuera Rodriguez

Edición: Diana Corcuera Rodriguez

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